La elección de Gustavo Petro y Francia Márquez como presidente y vicepresidente respectivamente para el periodo 2022-2026, marcó un hito en la historia electoral de Colombia, dominada por siglos por los políticos tradicionales. Así, la elección de Petro como presidente prueba que la democracia en Colombia, aunque no perfecta, funciona y se puede profundizar por medio del empoderamiento ciudadano.
El reto de Petro se encuentra, como el mismo lo mencionó en su primer discurso, en dialogar y tender puentes con la oposición haciendo lo posible por consolidar un proyecto nacional. Uno de los problemas históricos en Colombia, ha sido la exclusión del contrario y la imposición de modelos que a la larga profundizaron las diferencias. En orden de evitar esto. Petro deberá realizar un dialogo tanto nacional como internacional con diversas fuerzas políticas y sociales, y países amigos y vecinos que blinden su proyecto político democráticamente.
Entre otros retos se encuentran tomar las medidas económicas necesarias para reducir el hueco fiscal que permitan llevar a cabo amplios programas en áreas como el fomento del campo, soporte a los jóvenes y sectores vulnerables, educación y salud. Incluso, los actuales recursos provenientes de la explotación de hidrocarburos se pueden enfocar a estos sectores de manera prioritaria, mermando su explotación de manera paulatina, como lo hace Noruega. Además, se hace necesario la consolidación del capitalismo por medio de un mercado interno fuerte y el acercamiento a mercados externos de una manera inteligente y pragmática que sirva a los intereses del país.
Las relaciones con Estados Unidos se deben mantener, pero redireccionar. No se puede desconocer que este país es un aliado histórico, y se pueden obtener beneficios para los dos países, como lo hicieron en su momento Alemania, Japón y Corea del Sur. Para esto la Cancillería deberá ser bien encaminada con una directriz clara. Al mismo tiempo, tender puentes para lograr que Venezuela sea reincorporada a la comunidad hemisférica y mundial, considerando pragmatismo económico y lazos históricos. Un bloque latinoamericano debe ser consolidado, pero más allá de corrientes ideológicas, considerando cercanía histórica y cultural.
Igualmente, un dialogo mundial para la despenalización de las drogas fuertes debe ser considerado prioritario, transformando este problema en un asunto de educación y salud pública. Para esto se debe apelar a la conciencia ambiental y lucha contra el cambio climático, considerando que los cultivos ilícitos de la mano de otras actividades ilegales fomentan la destrucción de la selva amazónica.
El liderazgo civil sobre las fuerzas militares se debe profundizar considerando las particularidades institucionales. En este sentido, la internacionalización de los militares colombianos es prioritaria, así como el aprovechamiento del conocimiento acumulado por la institución a lo largo de los años como una fuente de ingresos para el país tanto por la vía de formación militar como en tecnología. Igualmente, usar las estrategias y tácticas más innovadoras para disuadir a todo tipo de actor ilegal para que desistan de atacar los intereses del país. Para esto se deben combinar programas para desestimular la acción ilegal, pero también medidas contundentes contra aquellos que persistan en accionar criminal.
Los retos son amplios pero la oportunidad está dada.