Desde la invasión a gran escala de Rusia a Ucrania en febrero de 2022, combatientes extranjeros de más de 50 países se han unido a este conflicto a través de la denominada Legión Internacional de Ucrania. Entre ellos, los estadounidenses representan una cantidad importante. En este artículo analizo el rol de los combatientes estadounidenses en Ucrania, cuya participación está bien documentada y es particularmente compleja, dado el papel que desempeña Estados Unidos en este conflicto. La mayoría son veteranos de las fuerzas armadas estadounidenses, previamente desplegados en diversos escenarios bélicos, quienes a menudo cargan con traumas relacionados con el combate, como el trastorno de estrés postraumático (TEPT), el cual tiende a intensificarse al ingresar a nuevas zonas de guerra. A esto se suma la falta de apoyo institucional cuando regresan a Estados Unidos. Aunque muchos de ellos han perdido la vida en el campo de batalla, quienes logran sobrevivir enfrentan enormes desafíos en términos de salud mental y reintegración.
El entorno de combate en Ucrania es completamente nuevo y no se parece a nada que un soldado estadounidense haya enfrentado anteriormente. Combina el ritmo desmoralizante de la guerra de trincheras con amenazas modernas como drones con visión en primera persona, sumado a una sensación constante de inferioridad en cuanto a personal y recursos. Estas experiencias suelen derivar en ansiedad, depresión, culpa del sobreviviente y abuso de sustancias, problemas ya frecuentes entre los veteranos. La situación se agrava debido a la crisis de salud mental que también atraviesa Ucrania, donde la atención psicológica es escasa y la naturaleza desgastante del conflicto deja poco margen para la recuperación.
Muchos veteranos estadounidenses ya enfrentan dificultades para acceder a un apoyo adecuado para las condiciones de salud mental adquiridas durante su servicio militar oficial. Las guerras en Irak y Afganistán expusieron importantes deficiencias en la capacidad del Departamento de Asuntos de los Veteranos (VA, por sus siglas en inglés) para brindar atención oportuna y completa. Para los estadounidenses que luchan en Ucrania, la situación es aún peor. Como su servicio no forma parte de una operación oficial del gobierno de EE. UU., el VA no ofrece ningún tipo de apoyo, sin importar su historial militar previo. Estos combatientes regresan sin una red de seguridad, obligados a enfrentar el trauma en soledad: ¿qué dice esto de una nación que se niega a cuidar a los suyos —aquellos que, impulsados por motivaciones altruistas, arriesgaron sus vidas por los valores que esa nación afirma defender?
Actualmente, no existe un marco político para los ciudadanos estadounidenses que regresan de la guerra en Ucrania. Muchos se sienten impulsados por convicciones profundas y frustración, interviniendo donde perciben que su gobierno ha fallado, y los recientes bloqueos de ayuda estadounidense a Ucrania solo han intensificado ese sentimiento de desconexión. Estados Unidos ha apoyado la reintegración de excombatientes terroristas provenientes de Medio Oriente, pero no ofrece nada a los voluntarios de una guerra que afirma respaldar. Este vacío de políticas dice mucho. Las tendencias aislacionistas y el declive del apoyo durante la administración Trump no solo han debilitado las posibilidades de resistencia de Ucrania, sino que también han dejado de lado a los estadounidenses que eligieron defenderla.
Muchos soldados que regresan del frente experimentan formas nuevas de angustia psicológica debido a la naturaleza particular de este conflicto. Sin la atención adecuada, quienes regresan corren un mayor riesgo de desarrollar o agravar TEPT, lesiones morales y problemas de abuso de sustancias. El aislamiento social es otra amenaza, especialmente porque estos soldados regresan a un clima político que ya no parece respaldar con firmeza la soberanía de Ucrania frente a la invasión rusa. El resultado es una mezcla volátil de trauma, alienación y desesperanza. Las tasas de suicidio entre veteranos estadounidenses ya son alarmantemente altas, con más de 6,000 muertes reportadas cada año. También existen riesgos más amplios, como el potencial de radicalización. En EE. UU., los movimientos de extrema derecha y de supervivencia llevan tiempo reclutando a veteranos desilusionados. Por ello, hombres psicológicamente vulnerables con experiencia en combate que regresan a un país sin apoyo se vuelven candidatos atractivos, lo que alimenta aún más la inestabilidad interna. En última instancia, no crear marcos adecuados para quienes regresan del campo de batalla en Ucrania sienta un precedente peligroso: El apoyo se vuelve condicional a la política oficial respecto al conflicto, y no a las necesidades del individuo.
La inacción federal no significa que las soluciones estén fuera de alcance. Aunque la falta de voluntad política sigue siendo un obstáculo importante, los esfuerzos a menor escala pueden abrir el camino para mejorar el bienestar de estos excombatientes. Asociarse con organizaciones de veteranos puede ofrecer apoyo inmediato, y los programas de reintegración a nivel local y estatal pueden sentar las bases para iniciativas nacionales. Como mínimo, EE. UU. debería brindar claridad legal sobre la participación de sus ciudadanos en la guerra de Ucrania y lo que esto implica en términos de empleo, atención médica y estatus legal. Donde surjan políticas, deben estar guiadas por la experiencia vivida. Modelos existentes, como el programa ucraniano Combat Path Debriefing, basado en la doctrina del Ejército estadounidense, ofrecen una base para ser adaptada. Estos combatientes lo arriesgaron todo para defender los valores democráticos que Estados Unidos afirma representar. Apoyar su regreso seguro y digno no solo es una necesidad política, sino una obligación moral.
Margaux Knoerr es graduada con altos honores de la Universidad de Ottawa (Canadá) en Estudios de Conflicto y Derechos Humanos, y cuenta con una variada experiencia en operaciones del gobierno federal canadiense. Su experiencia se centra en temas de defensa y guerra, con intereses de investigación en asuntos militares norteamericanos y cuestiones relacionadas con veteranos. Le interesan especialmente las intersecciones entre derecho, seguridad, psicología y sociología en contextos de conflicto. Margaux completó recientemente un programa de mentoría en investigación con la Eastern European and Transatlantic Network, donde coescribió un informe técnico, y ha participado en varios grupos asesores en temas de defensa. Interesada en labores humanitarias, también ha sido voluntaria en operaciones de gestión de emergencias con la Cruz Roja Canadiense.
La traducción al español ha sido realizada por la Fuerza de Tarea Editorial de Magcondo.
Contacto Margaux Knoerr: Linkedin
Referencias
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Moore, M.J., Shawler, E., Jordan, C.H. & Jackson, C.A. (2023). Veteran and Military Mental Health Issues. StatPearls Publishing. https://www.ncbi.nlm.nih.gov/books/NBK572092/
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