Turquía y el dilema de seguridad

El actual conflicto entre Rusia y Ucrania ha tenido un impacto significativo, no solo en los Balcanes sino también a nivel global. Esta situación sirve como ejemplo para mostrar la interconección en el mundo actual. La guerra ha durado más de un año, llevando a países como Finlandia y Suecia a alinearse con la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) para abordar la amenaza rusa. De manera similar, Ucrania sigue aspirando a la membresía en la OTAN, pero la situación está llena de complejidades. El conflicto ha perturbado tanto la estabilidad regional como global, llevando a países como Turquía, China, Estados Unidos y la Unión Europea a adoptar posturas específicas y formular estrategias para salvaguardar sus intereses.
Turquía, miembro de la OTAN desde 1952, ha expresado su deseo de pertenecer a la Unión Europea (UE) desde la década de 1990. El presidente Erdogan ha utilizado la membresía de Turquía en la OTAN para resistir la admisión de nuevos miembros, insinuando las aspiraciones de su país para la inclusión en la UE. Ha propuesto que la entrada de Turquía en la UE se considere, si los miembros de la OTAN respaldan la adhesión de Suecia a esta organización. A pesar de las preocupaciones de Erdogan sobre los nuevos miembros de la OTAN que apoyan a organizaciones consideradas como terroristas por Turquía, no ha podido aprovechar completamente esta situación a su favor debido a que su influencia y poder son insuficientes. De hecho, Erdogan ha desaprovechado varias oportunidades y se ha visto obligado a retractarse de decisiones bajo presión internacional, principalmente de Estados Unidos.
Sin embargo, el presidente Recep Tayyip Erdogan posee un talento único para entablar diálogos tanto con el presidente ruso Vladimir Putin como con el presidente ucraniano Volodymyr Zelensky. Ha jugado un papel fundamental para mantener activo el acuerdo de granos, asegurando el transporte seguro de granos desde Ucrania al mercado global.
A pesar de la aspiración del presidente turco de establecer a Turquía como una potencia regional, parece que la nación carece actualmente del poderío necesario para ejercer una influencia significativa en el escenario internacional. El impacto presente de Turquía en los asuntos globales aún podría no estar alineado con su ambición de ser un actor regional prominente. Sin embargo, las dinámicas internacionales siguen siendo cambiantes, ya que no existe un poder hegemónico que imponga una semblanza de estabilidad. En consecuencia, prevalece la anarquía, donde el dilema de seguridad global permanece.
Salih Akpinar es candidato a Ph.D. en el Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad de Ottawa. Su investigación se centra en regímenes autoritarios, movimientos sociales y activismo en el Medio Oriente y el Norte de África. También tiene interés en el pensamiento político y la historia. Es un analista regular de Magcondo y cuenta con basta experiencia en trabajo de campo.